reformular algunos de los contenidos de la educación secundaria en lo que
respecta a los actuales espacios curriculares. Con el fin de mejorar la inserción
laboral juvenil, se podría tomar el modelo de algunos países avanzados, en
particular, los países de Europa continental con tradición en educación
vocacional (Alemania, Austria, Holanda, Suiza, Dinamarca). Allí, la educación
escolar se complementar con formación impartida desde los ámbitos de
capacitación de las empresas y prácticas en los lugares de trabajo. Estas
experiencias no son “programas especiales” sino que forman parte de la
currícula de la educación media de esos países. Por eso sus tasas de
participación laboral juvenil están entre las más altas del mundo avanzado y sus
tasas de desempleo juvenil entre las más bajas. Pero el secreto en estos países es
la articulación de la acción de las empresas con la actividad de las escuelas a
través de las prácticas como actividad formativa. En Alemania, Austria, Holanda
y Suiza más de 2/3 de los jóvenes que concurren a estas opciones vocacionales
de la educación formal realizan prácticas en empresas como parte del programa
de estudio; en Dinamarca, todos los que transitan esta modalidad educativa
deben realizar prácticas en empresas.
En Entre Ríos hay valiosos precedentes en la educación técnica profesional,
especialmente la que apunta a la formación agrícola. Este mismo modelo de las
escuelas agrotécnicas debería proyectarse a los bachilleratos no técnicos para
formar nuevas generaciones en disciplinas y áreas temáticas diferentes a las
típicas de la educación técnica profesional (que en general se circunscribe a
agro, mecánica, electricidad y construcción). En los espacios curriculares de
educación para el trabajo de los bachilleratos se pueden formar nuevas camadas
de alumnos preparados para trabajar en áreas de apoyo administrativo, ventas,
turismo, diseño gráfico, programación y computación, salud, educación,
recreación y entretenimientos, y una infinidad de otras disciplinas. El punto es
que las disciplinas para las que se formen en las escuelas medias tengan
demanda laboral, por eso es vital que las escuelas articulen con las empresas de
su localidad.
Asimismo, es de suma importancia brindar educación sexual a los adolescentes
en los colegios, desde una perspectiva de la prevención de los embarazos
tempranos no deseados, promoviendo la planificación para una vida en plenitud
tanto desde lo personal, laboral, como en la futura construcción de la familia. Es
en esta instancia de la educación formal cuando se debe cultivar a los jóvenes en
las buenas prácticas de su sexualidad para revertir el serio problema señalado en
el capítulo social de los posibles riesgos de reproducción intergeneracional de la
pobreza debido a embarazos tempranos o adolescentes. En estos espacios
curriculares también deben impartirse herramientas culturales y sociales,
articuladamente con la sociedad civil y las empresas, para promover acciones
saludables en temas tales como salud, educación, familia, asociativismo y
comunitarismo.