Una forma de perfilar las características de este segmento es indagar sobre
sus tenencias de capital y su antigüedad en la actividad. En el caso de los
profesionales, su principal capital es el capital humano; años de estudios de
formación superior le brindan una herramienta importante para
desempeñarse con relativo éxito en su vida laboral. En el caso de los no
profesionales, la gran mayoría cuenta con algún tipo de capital físico, sea
una máquina o un vehículo, o ambas cosas, los menos, tienen un local. De
cualquier forma, en la mayoría de los casos no se trata de trabajadores
desprovistos de todo dispositivo laboral, como se da entre los trabajadores
manuales que sólo ponen a disposición su fuerza física constituyendo la
forma más precaria de cuentapropismo. Las encuestas de hogares oficiales
sugieren que el 25% de los cuentapropistas no profesionales llevan entre 1
y 5 años desempeñándose en la actividad y un 54% –es decir, la mayoría–
lleva más de 5 años en la actividad. Esto significa que más que una
“changa”, o una ocupación transitoria, los cuentapropista son, en un gran
número, pequeños emprendedores, innovadores o trabajadores que han
hecho de su propia y libre iniciativa un medio de vida prácticamente
permanente.
Las políticas públicas tienen abandonado al cuentapropista. La política
laboral apunta casi con exclusividad a la protección del trabajador
asalariado en la gran empresa. Las políticas tributarias agreden al pequeño
emprendedor con la superposición de impuestos nacionales, provinciales y
municipales, y con el impuesto a las ganancias que es mucho más gravoso
para el cuentapropista que para el asalariado
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.
Las políticas crediticias directamente lo discriminan. El sistema bancario
ofrece mucha facilidad para el crédito al consumo del asalariado,. Para el
cuentapropista, obtener un crédito, o aunque más no sea una tarjeta de
crédito, es un desafío titánico, por los requisitos administrativos que debe
cumplimentar y las demostraciones de solvencia. . El Estado, no sólo que
no lo ayuda, sino que arremete con su voracidad impositiva y regulatoria
contra los pocos logros que sacrificadamente obtiene, y lo ignora a la hora
de pensar políticas promotoras.
Siendo uno de los tres segmentos más importantes del mercado laboral, tan
relevantes como el empleo público y el empleo asalariado privado,
definitivamente el cuentapropista impone otro tema central a la agenda
pendiente de políticas públicas.
Remuneraciones
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El trabajador asalariado tiene una deducción especial –o sea un monto no alcanzado por el impuesto a
las ganancias– que es 5 veces superior al del trabajador autónomo, por lo tanto la presión impositiva del
trabajador autónomo es mucho mayor.